Autocomunicado Apócrifo 1.1

(collage símil AAF importado de China por Antonini & Jaime Soc. del Estado)

Estado de situación (la grasa de los capitales)

Se acabó la joda y AAF estaría regresando. Según recientes encuestas, su presencia no le importaría absolutamente a nadie. Creen que esa sería su mayor motivación. Las menores también, aunque por cuestiones absolutamente distintas.

Crecen las versiones sobre su ausencia. También el valor del dólar. El Banco Central admitió que le sería mucho mas barato frenar solamente las versiones. No sería el caso de AAF. Por su estado físico, es muy probable haya estado detrás de las corridas bancarias. Incluso, todavía no habría alcanzado la curva del Austral. Tampoco se descarta que ni siquiera haya corrido la voz.

Si no regresa, se comprobaría que nunca se fue. Si no aparece, quedaría demostrado que nunca estuvo. Y si nunca estuvo, regresará para no perderse el reparto de jubilaciones y asegurarse la certeza de la inexistencia del futuro. Ventajas de la realidad argentina que el mundo envidiaría si los argentinos fuesen capaces de difundirla como el tango, no como el jazz.

20 cuotas sin interés y una versión desesperada

Freezando el capital. La jubilación de Walt Disney y el nacimiento del New Cartonerismo Financiero. Consumismo temporal estival: la intrascendente evaporación de AAF.

Desde su desaparición virtual, AAF permaneció encerrado en un freezer de una conocida cadena de electrodomésticos. La intención era mantenerlo fresco para pasar varios veranos, probablemente hasta el inicio del tórrido primer mandato presidencial de Florencia Kirchner.

El sorpresivo fin de las AFJP cortó la cadena de frío y de financiación. Se acabaron las cuotas y la tarjeta de crédito de AAF superó el límite de compra y de la paciencia empresarial. Por orden del Posnet, fue rápidamente desalojado del freezer que ocupaba y depositado en la calle con disimulada dignidad. Apenas le fue permitido llevarse un par de cubeteras, que les fueron sustraídas de inmediato por un grupo de ex gerentes de AFJP devenidos en cartoneros de segunda generación.

Empleados de la cadena de electrodomésticos intentaron socorrerlo, pero se alejaron cuando se dieron cuenta de que las cubeteras ya estaban fuera de alcance. También, que acababan de perder efectivamente sus empleos por falta de interés patronal. Aunque no optaron por la jubilación privada, no se privaron de robar la caja de un plasma y el manual de uso de una licuadora antes de sumarse al grupo de nuevos emprendedores callejeros. Junto a sus telegramas de despido, los cartones expropiados se transformaron en la materia prima fundacional de la nueva actividad reproductiva: la inversión en papel pintado.

El new cartonerismo financiero pregonado por los econanistas del liberalismo sexual nacional y popular estallaba en plena avenida y ante la mirada de miles de transeúntes. Sin embargo, ninguno de ellos pudo darle crédito a sus ojos, ni siquiera aceptando pagar los intereses ofrecidos por la cadena de electrodomésticos, que en ese momento mudaba su nombre y se integraba a la órbita de la Subsecretaría de Pesca Deportiva y Desarrollo Nuclear de la Nación.

Sin empleados y con sus directivos abordando una balsa para cruzar a Paraguay, las estanterías del comercio fueron rápidamente vaciadas por un fornido cuerpo de asesores oficiales, temerosos de que la impúdica exhibición de electrodomésticos sobreexcite las afiebradas mentes del proletariado que se agolpaba en las vidrieras.

Oculto bajo cientos de pies, el cuerpo todavía semicongelado de AAF fue preso del habitual olvido consumista y de la tradicional canícula de la época. Convertido en un charco de agua, se evaporó del lugar sin que nadie se diera cuenta, sin que nadie demostrara el menor interés, sin que a nadie le importara su promesa de no aguarles el fin de semana regresando hecho lluvia. Su evaporación fue, probablemente, mucho menos emotiva que la de las cuotas; y su intrascendencia, apenas comparable al interés popular por el destino de los fondos públicos.

Versión sin confirmación oficial aunque no por ello antojadiza ni mucho menos embarazosa.

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