Exhausta por el agotador regateo al que sometió al puestero durante algunas horas, pero feliz por el descuento obtenido en el fumigador devenido en fusil, la ministra de Defensa agradeció la tradicional sabiduría popular aceptando de buena gana fotografiarse, Fal en mano, junto a los miles de visitantes que en ese momento poblaban la feria.
Pero su buena predisposición chocó contra el también tradicional desconocimiento popular. Ante la ausencia de interesados, sus asesores de prensa le dieron el gusto: acercaron a dos policías de la bonaerense consignados en el lugar, el chofer del auto oficial y un par de colaboradores de Guillermo Moreno que supervisaban los precios para el Indek. Salvo uno de éstos, que se negó aduciendo razones de “clandestinidad comercial”, todos los demás aceptaron a regañadientes fotografiarse con Garré.
Aunque acostumbrados al desconocimiento popular de la imagen de la ministra, sus asesores se vieron sorprendidos por el escaso interés de los fotografiados en el cívico ofrecimiento oficial de una copia recordatoria de ese momento histórico. Un acto de generosidad gubernamental que incluía, además, y sin costo adicional alguno, ampliación y enmarcado a elección, autógrafo original de Garré y solemne entrega en domicilio con cuatro granaderos a caballo y un cartero en bicicleta.
Reconociendo rápidamente que se hallaba ante una situación de extrema sensibilidad social que ponía en juego la política distributiva oficial en una área estratégica como la Fotopolítica, la ministra supo que la solución estaba en sus manos: “Teoría de la Bipolaridad en el Universo K”, el best seller escrito por Adrián Paenza y Borocotó. Un libro que, casualmente, había comprado poco antes en la misma feria, pero en otro puesto y a otro precio, y que, como el pancho, se lo había devorado rápidamente durante un reparador alto en unos de los puestos gastronómicos.
Recordando el párrafo que había resaltado con el mostacero: “conciencia militante, no militar”, la ministra decidió mejorar la oferta de sus asesores a los reacios fotografiados agregando una estadía para dos personas en un regimiento a elección, cena show en el Casino de Oficiales, un trozo de la fábrica militar de Río Tercero y un kit con piezas de armamentos con estampilla de Aduana.
“Misión cumplida”, festejó su olfato político Garré cuando los dos agentes de la bonaerense aceptaron la propuesta, restándole importancia al llamado previo de Arslanián al celular de los policías.
Nuevamente en su rol de funcionaria, la ministra de Defensa definió como “oficial” su visita a la feria de la Salada, lamentó no haber conseguido “las remeritas que buscaba” y que, aseguró, “las necesitaba para reforzar la dotación de ropa protocolar”.
También aprovechó para desmentir los rumores sobre su supuesto desconocimiento en temas de armas, que atribuyó a una “campaña de los medios opositores, especialmente Fox Sports y Discovery Channel”. Autodefinida como “La ministra de Defensa con mayor formación técnica militar de la historia”, agradeció al Matrimonio Presidencial por esa definición y al General Bendini por su aporte intelectual.
“Sé reconocer si una marca es trucha, y puedo asegurar que esos cañones no eran Adidas”, argumentó para justificar su negativa a sumarse a los cientos de vecinos que no resistieron la tentación de volver a sus casas con la “oferta del día” de la Salada en sus manos: un baratísimo y práctico set de cañones de 50 milímetros adaptados al territorio bonaerense. “No compré los cañones, pero al menos me llevo el Fal”, acotó con picardía dando por terminada la charla.
Lamentablemente, un confuso episodio terminó abruptamente con el hasta entonces tranquilo tour de compras de la ministra, que fue sacada apuradamente de la feria por sus nerviosos asesores.
Testigos del incidente aseguraron que todo se generó cuando una simpática vendedora de café se acercó a saludar efusivamente a la ministra. Reconfortada por ser finalmente reconocida por alguien, Garré pareció no escuchar las palabras que el vozarrón de la mujer propagaba al infinito bonaerense. “¡Es la novia de Chávez! ¡Es la novia de Chávez!”, repetía ante el asombro de los vecinos y la sorpresa de los asesores, que, con mejores oídos que su jefa, encomendaron a los fotogénicos agentes policiales el retiro efectivo e inmediato de la simpática vendedora de café, definida posteriormente como una “desequilibrada mental” por el vocero de la ministra.
El mismo que también se encargó de informar a la prensa que, a instancias de la Dra. Garré, la mujer había sido trasladada a un centro especializado en Venezuela para garantizar su recuperación.
Hace 14 horas
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