No cerramos por balance

(click en la imagen para agrandar la felicidad del 2009)

A-moroso. Cuando llega esta época del año, es costumbre realizar un balance de lo sucedido. En mi caso, por supuesto que no lo haré. En todo caso, y para no ser considerado un moroso por la AFIP por no presentar mi balance anual, me limitaré a resumir el 2008 en cuatro palabras: un año de mierda. Nada nuevo, entonces. Cumplí con mis obligaciones fiscales. No tengo nada más para blanquear. Al menos aquí y ahora en los bolsillos. Bajo el colchón, la bolsa de agua caliente y un millón de australes. Los Patacones y Lecops, en un paraíso fiscal. Obvio.

Dicen que hay vida después de las Fiestas. Tal vez sea cierto. Será cuestión de estar atentos a los corchos. Las manos de un cuñado suelen más rápidas que la vista. “Los ojos ciegos bien abiertos”, aconseja el Dr. Solari. Tras un buen plato de raviolitos de ricota, la sidra es un buen motivo real para brindar. Suele ser una pareja fatal. Como el vino y la sandía. Como Hansel y Gretel. Como Macaya y Araujo. Quizás no tanto.

Todavía queda algo del 2008. Hay que terminarlo antes de las 12. De ser necesario, desperdiciarlo. Total, lo que sobre no te lo devuelven. Ni siquiera queda a cuenta de futuros fin de años. La única esperanza es que lo incluyan en algún próximo plan canje oficial. Llevás un almanaque a Frávega, del año que sea, y te entregan un año nuevo. A sóla firma y en 200 cuotas sin ningún interés del vendedor. Además, te regalan una licuadora autografiada por Scioli y una bombacha Provincia’s Secret by Karina Rabollini.

No todo es malo. Hay cosas peores. Después del brindis, el 2009 empezará con el mismo gobierno. La realidad es implacable. Como el jurado de Bailando por un sueño o las profecías de Blanca Curi. Estamos condenados a ser libres. También al éxito. ¿Qué puede agregar Sartre que no haya dicho Duhalde? Se nota que los existencialistas jamás transitaron por los caminos del conocimiento bonaerense. Y mucho menos por sus calles. Y de noche. Por eso hasta las plazas tienen rejas. Estamos cumpliendo la condena y no nos damos cuenta. Nos quejamos de gusto. Porque somos argentinos. Inconformistas de toda inconformidad. Iconoclastas por deporte.

Este año el mundo nos chocó. No pagarán multa por ello. Tampoco los gastos del taller ni el acarreo de la grúa. Ni siquiera le pusieron un mísero punto en el Scoring de Macri. El mundo es ancho, ajeno e injusto. Por suerte queda lejos. Acá estamos tranquilos. Sin cloacas, agua corriente, electricidad ni gas. Pero en paz. Aunque lo disimulemos para no despertar más envidia, los argentinos somos derechos y humanos.

Demos gracias a la cigüeña, entonces, por habernos arrojado en estas tierras. Aunque haya sido por equivocación. O por cansacio. O de pura mala leche.

A subtítulo personal. Alcoholizada desde Navidad, Franquita apenas puede ladrar en español. Lo intenta en otras lenguas, pero todas parecen estar afuera. Igual, se divierte tirando petardos desde el balcón. Por mi parte, intentaré este año tener mejor puntería al destapar la sidra. El último corcho pasó cerca. Mi vecino aún vive. La joda es que él también dice lo mismo. Si este resultara mi último post, sabrán quién de los dos tuvo mejor suerte.

Palabras de cierre relámpago. En fin, para qué preocuparse si la felicidad existe. Es cuestión de raspar la realidad y seguir participando. Que tengan todos un buen año, repleto de sexo, drogas, lujuria y alcohol. Felices fiestas. El blog está en desorden. Y tan berreta como siempre. Amén.

Un abrazo full, modelo 2009 (no incluido en el Plan Canje).

Alberto Aníbal Fernández (a) AAF
Editor Irresponsable de Todo por Dos K

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